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Varices esofágicas

Varices esofagicas

son venas anormalmente dilatadas que se encuentran en la parte final del esófago, por las que circula parte de la sangre que en condiciones normales debería pasar a través del hígado. Su dilatación es consecuencia de la dificultad que el hígado enfermo ofrece al paso de la sangre.Las várices esofágicas se desarrollan cuando el flujo de sangre habitual al hígado se bloquea debido a un coágulo o a tejido fibroso en el hígado. Para evitar los bloqueos, la sangre fluye hacia vasos sanguíneos más pequeños que no están diseñados para transportar grandes volúmenes de sangre

A excepción de la hemorragia, las varices esofágicas no producen síntomas, de tal manera que para conocer su presencia deben buscarse expresamente. La hemorragia por varices es habitualmente muy evidente y se manifiesta por deposiciones negras (llamadas melenas) con o sin vómitos de sangre reciente (lo más habitual) o digerida (llamados vómitos en posos de café; con frecuencia el paciente presenta síntomas asociados a la pérdida brusca de sangre (mareo, sudoración e incluso pérdida de consciencia). En caso de aparecer hemorragia el paciente debe acudir siempre de inmediato al Hospital.

¿CUÁL ES EL TRATAMIENTO DE LAS VARICES ESOFÁGICAS? El tratamiento de las varices esofágicas es diferente en cada situación clínica. Se deben diferenciar tres situaciones diferentes. 1. Pacientes con varices esofágicas que no han sangrado nunca. En caso de que en la endoscopia se demuestren varices de gran tamaño se debe iniciar lo antes posible tratamiento, que consiste en la administración de betabloqueantes (propranolol, nadolol). Estos medicamentos actúan a través de una disminución de la presión de las varices y reducen de manera considerable el riesgo de hemorragia y el de fallecimiento. Su dosificación debe ser cuidadosa, dado que cada paciente requiere dosis diferentes de acuerdo a la gravedad de la enfermedad hepática. En ocasiones (insuficiencia cardiaca, enfermedad respiratoria grave) estos fármacos están contraindicados o son mal tolerados; en estos casos existe la posibilidad de recurrir al tratamiento mediante ligadura endoscópica. Esta técnica consiste en estrangular las varices mediante unos aros de goma que se insertan en el transcurso de una exploración endoscópica. El objetivo de esta técnica es hacer desaparecer las varices o disminuir mucho su tamaño. Generalmente son necesarias varias sesiones para conseguir estos objetivos. 2. Hemorragia por varices. La hemorragia por varices es una urgencia médica y su tratamiento debe realizarse de manera precoz y preferentemente en centros con experiencia. En estas circunstancias el tratamiento se debe dirigir tanto al control de la hemorragia, como a la prevención y terapéutica de las complicaciones asociadas. En cuanto al control de la hemorragia, existen básicamente dos alternativas: el tratamiento con medicinas encaminadas a disminuir la presión de las varices (somatostatina, terlipresina, octreótido) y el tratamiento endoscópico mediante ligadura endoscópica (descrita previamente) o escleroterapia endoscópica. Esta técnica consiste en inyectar durante el procedimiento endoscópico una sustancia esclerosante en el interior de la variz para detener la hemorragia. Recientes estudios sugieren que ambas alternativas de tratamiento (fármacos y técnicas endoscópicas) son complementarias por lo que se recomienda su combinación. Es importante destacar que el control de las complicaciones es una parte esencial del tratamiento de la hemorragia por varices. En ocasiones, y a pesar de un tratamiento correcto, la hemorragia persiste; en estas circunstancias se puede recurrir a los procedimientos de derivación portosistémica, que básicamente consisten en establecer un cortocircuito entre las venas del hígado (vena porta) cuya presión está muy incrementada, y la vena cava. De esta manera la presión de las varices disminuye bruscamente y la hemorragia cesa en una proporción muy importante de casos. La derivación portosistémica puede realizarse mediante una intervención quirúrgica o, más habitualmente, mediante la inserción de una prótesis dentro del hígado que comunica ambos sistemas venosos y que no requiere la apertura del abdomen. Sin embargo estas técnicas pueden empeorar la función del hígado y precipitar alteraciones de las funciones cerebrales, por lo que se deben reservar para el fracaso de las medidas iniciales de control de la hemorragia. 3. Prevención de nuevos episodios de hemorragia por varices. En pacientes que han sangrado previamente el riesgo de presentar nuevas hemorragias es muy alto (cerca del 70% al año), de tal manera que es esencial establecer un tratamiento encaminado a prevenir este riesgo. Como en el caso de la hemorragia aguda existen dos alternativas de tratamiento: el tratamiento con medicinas y el tratamiento endoscópico. En el primero de los casos se debe iniciar tratamiento con betabloqueantes (como en el caso de la prevención de la primera hemorragia), asociados a otro fármaco de una familia diferente: el mononitrato de isosorbide. El tratamiento combinado con estos dos fármacos reduce el riesgo de nuevas hemorragias y, en caso de disminuir de manera importante la presión de la vena porta, el riesgo de padecer otras complicaciones de la cirrosis hepática. Como anteriormente se ha mencionado existen pacientes que no pueden recibir este tratamiento o no lo toleran adecuadamente. Una alternativa al tratamiento con fármacos es la ligadura endoscópica. A diferencia de la hemorragia aguda, no existe suficiente información para recomendar la combinación de tratamiento endoscópico con tratamiento farmacológico. Por último en pacientes con hemorragias de repetición se debe recomendar la realización de una derivación portosistémica (de manera similar a lo descrito en la hemorragia aguda). Es importante destacar que en pacientes con hemorragia por varices y enfermedad hepática avanzada debe plantearse la posibilidad de recomendar trasplante hepático si no existen contraindicaciones.

Las varices esofágicas son venas agrandadas en el esófago que pueden causar hemorragias graves. Las varices esofágicas están causadas por la hipertensión en los vasos sanguíneos del interior del hígado y su alrededor (hipertensión portal). Las varices esofágicas no suelen causar síntomas, pero pueden sangrar espontáneamente. El sangrado puede ser muy abundante y provocar choque (shock) o incluso la muerte. Los médicos diagnostican y tratan las varices esofágicas mediante endoscopia. Las varices también se pueden formar en la parte superior del estómago, cerca de donde entra el esófago. Estas varices se llaman várices gástricas y causan síntomas similares. Causas de las varices esofágicas Las varices esofágicas están causadas por Hipertensión portal La vena porta es la vena de gran diámetro que lleva sangre al hígado desde los intestinos y otros órganos abdominales como el bazo, el páncreas y la vesícula biliar. La hipertensión arterial en la vena porta se denomina hipertensión portal. La causa más frecuente de hipertensión portal en los países con altos recursos es la cicatrización del hígado debida a cirrosis. El hígado y la vesícula biliar El hígado y la vesícula biliar La hipertensión portal conduce al desarrollo de nuevas venas denominadas vasos colaterales que no pasan por el hígado. Los vasos colaterales conectan directamente los vasos sanguíneos del sistema portal a las venas que llevan sangre desde el hígado a la circulación general. Los vasos colaterales se desarrollan en localizaciones específicas. Los lugares más peligrosos se encuentran en el extremo inferior del esófago y en la parte superior del estómago. El desarrollo en estos lugares es peligroso porque los vasos se dilatan y se vuelven tortuosos, lo que se conoce como varices o venas varicosas. Estas varices agrandadas son frágiles y pueden romperse, causando una hemorragia gastrointestinal masiva. Por lo general, no hay un desencadenante evidente de la rotura. Síntomas de la varices esofágicas Las personas con varices esofágicas generalmente no presentan síntomas hasta que estas comienzan a sangrar. Luego, vomitan sangre roja brillante, a veces en grandes cantidades. El sangrado es indoloro. Las personas que pierden mucha sangre pueden presentar signos de choque (shock), como sentirse mareado, débil y sudoroso. Su corazón puede latir rápidamente y su presión arterial puede estar baja. Diagnóstico de varices esofágicas Endoscopia Los médicos sospechan un sangrado de varices esofágicas cuando las personas con enfermedades hepáticas crónicas, particularmente cirrosis, comienzan a vomitar sangre. Luego, los médicos introducen un tubo de visualización flexible (endoscopio) a través de la boca para observar el esófago. Si visualizan varices, también pueden hacer tratamientos a través del endoscopio para detener el sangrado. Agrandamiento de las venas en el esófago (varices esofágicas) Agrandamiento de las venas en el esófago (varices esofágicas) Ocultar los detalles Esta foto muestra venas agrandadas en el esófago (flechas). Imagen proporcionada por David M. Martin, MD. Tratamiento de las varices esofágicas Líquidos administrados por vía intravenosa o a veces mediante una transfusión de sangre. Tratamientos endoscópicos para detener el sangrado Octreotida intravenosa A veces antibióticos A veces, un procedimiento de derivación portosistémica Las personas con hemorragia varicosa generalmente necesitan líquidos por vía intravenosa para reemplazar su pérdida de sangre. Si usted ha perdido mucha sangre, puede necesitar una transfusión de sangre. Durante la endoscopia, los médicos pueden hacer tratamientos para detener el sangrado. En la mayoría de los casos, los médicos aplican bandas alrededor de las varices para cerrarlas (un procedimiento llamado banda endoscópica). A veces inyectan en las varices sustancias que las cierran herméticamente (un procedimiento llamado escleroterapia por inyección). Al mismo tiempo, los médicos pueden administrar el fármaco octreotida o vasopresina por vía intravenosa para ayudar a detener la hemorragia. Si el sangrado continúa a pesar de estos tratamientos, los médicos pueden realizar un procedimiento llamado derivación portosistémica. Este procedimiento conecta la vena porta o una de sus ramas a una vena de la circulación general y redirige la mayor parte de la sangre que normalmente va al hígado para rodearlo. Esta circunvalación (llamada derivación) reduce la presión en la vena porta para que el sangrado sea más fácil de controlar. Existen varios tipos de derivaciones portosistémicas. En un tipo, llamada derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS, por sus siglas en inglés), el médico utiliza los rayos X como guía e introduce un catéter mediante una aguja en una vena del cuello y lo hace progresar hasta alcanzar las venas en el hígado. El catéter se utiliza para crear un paso (shunt o derivación) que conecta la vena porta (o una de sus ramas) directamente con una de las venas hepáticas. Con menor frecuencia, la derivación portosistémica se crea de forma quirúrgica. Si la vida de la persona corre peligro inmediato por sangrado abundante mientras espera el procedimiento de derivación, los médicos pueden introducirle un tubo con globos en el interior del esófago. Inflan los globos para apretar (comprimir) las varices, con lo cual se controla el sangrado. Este tubo es solo una medida temporal. Se pueden utilizar stents esofágicos metálicos expandibles para comprimir las varices y controlar la hemorragia. Las personas con cirrosis y sangrado corren el riesgo de infección bacteriana y se les administra un antibiótico. Incluso después de un tratamiento exitoso, las varices esofágicas pueden volver a sangrar, particularmente si la enfermedad hepática de la persona permanece activa. Los médicos pueden administrar medicamentos como betabloqueantes para ayudar a controlar la hipertensión portal, pero las personas que continúan teniendo problemas pueden necesitar un trasplante de hígado.